DESARROLLOS EN LOGOTERAPIA GRUPAL ----------------- En este blog se publican artículos sobre el presente y futuro de la Logoterapia Grupal. Aparecen relaciones de esta disciplina con la violencia doméstica, la educación y la analítica existencial. En posteriores entradas el Dr. José Martínez-Romero Gandos irá presentando nuevos trabajos en elaboración.

domingo, febrero 25, 2007

¿ES POSIBLE FUNDAMENTAR, DESDE LA ANALÍTICA EXISTENCIAL, LA LOGOTERAPIA GRUPAL?

Comentarios personales sobre “El Ser y el Tiempo” (Heidegger)
y su posible relación con la actividad grupal.

(Publicado en la Revista Siso-Salud Nº 43, otoño 2006 ISSN: 1130-1538
Asociación Galega de Saúde Mental – Galicia)


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DESARROLLOS EN LOGOTERAPIA GRUPAL¿En que consiste el Análisis Existencial y la Logoterapia?

Tomamos en cuenta para nuestros comentarios la traducción de “El Ser y el Tiempo” del Profesor Gaos[1] siendo de gran utilidad las referencias que sobre ese texto cita Victor Gazitúa[2] quien comenta con precisión (insertando el número de página de referencia) los textos heideggerianos.

En la psicoterapia grupal nos sumergimos en una realidad en la que resaltan las notas personales en una configuración nueva y única. El encuentro patentiza la propia realidad y la propia “afectividad” (Lersch) a través del encuentro. El maestro Heidegger nos dice que (392) el encontrarse se funda en el sido. Lo básico de este estado de ánimo particular es la nostalgia. ¿Porque lo presentamos tan dramáticamente? Porque esta fundamentación del encuentro en el “sido” resulta de la característica ontológica esencial del ser humano de “ser para el otro” sin poder escapar de la realidad de su “ser ahí”.

Este “ser ahí” está fundamentado en un temor, angustia, tristeza, melancolía o desesperación por el paso del tiempo y la aparición de la muerte. La angustia en el encuentro surge como una patentización especular del estado de “resuelto”. El encuentro desemboza la negación de esta angustia frente a la muerte porque la presencia del otro hace retornar la vivencia de mi “ser ahí”, de lo que es mío propio y por lo tanto pasado. Cuando avanzo por la vida, lentamente, tratando de no despertar esta angustia, presento mi vida como un silencioso y voluntario olvido que me permite no retrotraerme a mi estado esencial de “ser yecto”. Voy, así, resolviendo mi existencia en un presente que pretende quedarse inmovilizado para siempre. Es mi paraíso construído en las ramas de un árbol como juguete infantil.

En el encuentro, la mirada del otro me baja como de un hondazo de este paraíso infantil. La mirada me devuelve a un presente de lucha en el que el futuro es aún posible. Pero el temor aumenta frente a la expectativa de esta lucha que había relegado a mi condición de “ser ahí”. Ahora tengo que optar: quedarme en el cuidado de mi “arbol-jardín-paraíso” “curándome” de mi ser fáctico o escapar aturdido de ese mundo cerrado y abrirme a la posibilidad de mi “ser-en-el-mundo”.

Heidegger nos habla del carácter específico de este temor (393). Aristóteles mismo definía el temor como una opresión o aturdimiento (Gazitúa, p.55). Pero sigue el maestro. Esa opresión fuerza al “ser-ahí” a retornar a su estado de “yecto” abierto a la posibilidad pero paradojalmente cerrado a ella por la necesidad de olvidar que esa posibilidad existe e incluye la muerte.

Todo esto ha surgido en el encuentro porque ha aparecido “el otro”. La mirada del otro pone en estado de alerta acerca de las formas posibles de resolución del encuentro. Pero ya lo decía Sartre en “Huis clos”: “el infierno son los otros”. Los otros son los que me sacan de mi aturdimiento. Ese aturdimiento que se basa en un “olvidar” mi condición de “ser-en-el-mundo” resolviendo la angustia en la facticidad. Es muy significativa la opinión de Heidegger a este respecto. Aún antes de mirar en torno mío, aún antes de dirigirme intencionalmente hacia el mundo, me atengo a mi pasado, a mi ser fáctico, y esquivo las posibilidades. Ante cada una de ellas salto, atemorizado, pasando a la segunda, y a la tercera y así, sucesivamente. Es extraña nuestra conducta porque en esa posibilidad está lo negativo pero tambien lo positivo. Me transformo ante esa posibilidad en un ser indiferente, no diferencio aquello que me permite desplegar mi futuro de aquello que me detiene en el “se”, en la facticidad.

Este juego se repite, especularmente, hasta el infinito. Heidegger (394 dice que presentándome como olvidándome de mi fluctúo en una maraña de posibilidades que hace posible mi aturdimiento. Entonces el temor es olvidar presentando la existencia como posible, estancada y a la expectativa.

¿Como nos introducen estas consideraciones en nuestra tarea de Logoterapia grupal? Nuestro trabajo consiste en abrir ante las personas el abanico de las posibilidades que les permitirán convertirse en personas libres y responsables. Libres porque podrán alejar el fantasma del temor y elegir entre alguna de sus posibilidades, superando el estancamiento que les produce la presencia del otro. Responsables porque darán “respuesta” a las exigencias de esos encuentros abandonando “la pálida indiferencia afectiva” (397) que se atiene al aquí y ahora, al ir viviendo la existencia tal como uno la deja ser “en un sentido extático de un sido impropio”. Y el mismo Haidegger, como Marcel, como Frankl, como tantos otros, introduce como concepto salvífico a la esperanza.

La esperanza es el arma de los indefensos, decía Marcel. La esperanza abre a la posibilidad, reforzando la libertad porque en aquella se presupone haber ganado algo que aligera la espantosa medrosidad que aplasta y que nos coloca en la calidad de objeto.

El desesperanzado se acerca al puerto donde avizora a la esperanza, embarcándose en la seguridad de lo que ella tiene, que ella lleva en sus bodegas abundantemente: futuro y ecuanimidad para encontrar la resolución que mire a la posibilidad total del ser. Esta apertura a la posibilidad es aceptar correr al encuentro de la muerte sin caer en un presente fundante. Cuando mas impropio para la realización del ser es este enredo en un presente permanente mas fácilmente aparece la cerrazón, el aquietamiento, la huída y el extrañamiento.

Producida la caida se disipa la capacidad motora de la angustia vital que nos lleva a la formulación de un proyecto. Se disipa la capacidad de “pro-yectarme” y se facilita la facticidad del ser-ahí en un estado de “yecto”. Demorado en esta huida hacia el olvido de mi condidicón de “ser-en-el-mundo-con-los-otros”, aquietada mi capacidad de proyectarme, negada mi temporalidad finita, no sé adonde llegar: es mi “falta de paradero” (399-400). No tengo un lugar en el mundo que responda a mi condición de persona.

Para ponerse realmente a la obra y aceptar la posibilidad de “curarse de” (esta caida) es necesario olvidarse del sí mismo fáctico. El sentido existenciario de la caída se manifiesta en el presente. La persona se limita a presentar su existencia “sin novedades” escapándose continuamente de la posibilidad de estar a la expectativa de “sus posibilidades”. Con el paso del tiempo, este quedarse sin estar a la expectativa, pendiente de lo “surgente tras”, resulta una existencia entregada a un “si mismo”, alejado del otro. Demorándose en esta posición extática de un presente impropio (falto de futuro) se disipa la posibilidad de una existencia plena y la persona se encuentra falta de paradero (399-400)

Paradojalmente, al querer renunciar a su posibilidad de construir un proyecto que presente algo nuevo al ser-ahí éste se aquieta con tendencia a permanecer cerrado. La persona permanece cerrada a su de donde y a su como, sin la temporalización de sí mismo en un para qué. Permaneciendo cerrado constituye la facticidad del ser-ahí y observamos sus manifestaciones mundanas como inauténticas, ya que no responden a la condición temporal existenciaria de ser-para-la-muerte. La inautenticiad es la verdadera cárcel del ser, ya que al demorarse en este enredo en sí mismo, falto de paradero, se dificulta su ser-allende-en-el-mundo-en-el-amor (Binswanger). Su cárcel tiene la configuración de un estado de yecto. Tiene el silencio permanente de la falta de comunicación con el mundo circundante. Sin habla, ya que los tiempos principales del verbo, lo mismo que los demás fenómenos del lenguaje surgen de la temporalidad vivenciada como activa en el mundo, no comprende el para qué de estar a la expectativa. No puede curarse (cuidarse)de sí viendo en torno.

Solamente cuando es descubierto algo que opone resistencia a la temporalidad extática resistente al curarse-de puede comprender el ser-ahí fáctico que su abandono en un mundo del que nunca llega a ser dueño (a pesar de su aparente dominio del ser en su encierro) lo colocó en una inautenticidad centrada en la cotidianidad, sin expectativas y en un estado de abandonado (409-410). La cotidianidad sostenida para evitar la posibilidad es un estado inapropiado que se limita a encontrar en el mundo lo que está a la mano.

Este estado de alienación nos impresiona en cualquier persona y especialmente en los enfermos mentales graves. A pesar de la cerrazón y el aislamiento el ser-ahí existente fácticamente se las entiende siempre, de una manera peculiar, con este mundo limitado. El mundo extraño para el otro de la incomprensible realidad del proceso psicótico.

En los grupos de psicoterapia grupal, los otros intentan vencer esa resistencia a la ex­-sistencia, al estar volcado al mundo, abierto a la posibilidad, libre y responsable para realizar un proyecto. La posibilidad de sobresaltarse con este reclamo grupal y reaccionar es muy alta porque responde a condiciones esenciales del ser humano. Heidegger señala que lo que hay de no expectante en el presente perdido para el proyecto lo abre el libre espacio horizontal dentro del cual el sobresalto puede caer sobre el ser-ahí y llevarlo en el andar mundano, curándose de lo que lo domina y desembozar la calidad de insuperabilidad que el estado de yecto a impreso a la existencia.

El grupo no es la panacea salvadora. El grupo ofrece las señales existenciales que son primariamente útiles para que el ser-ahí se refiera a un proyecto. La señal es útil en cuanto tenga el carácter de servir para ver en torno y empezar a caminar curándose de. De tal suerte que las indicaciones de los compañeros de grupo no tienen otro mandato expreso más que ayudar a mirar en torno (93) y abarcar con la vista (el efecto de la mirada del otro según Sartre) como tiene un camino de ganancia en el mundo circundante. Los otros integrantes del grupo dan la señal anunciadora de que existe la posibilidad. Señala lo que viene que es algo que la persona creía no podía enfrentar pero que ahora descubre es algo para lo que nadie está preparado. Entonces comienza a compartir una vivencia existencial de curarse de que le permite una mirada retrospectiva hacia su ser-ahí sin miedo a enfrentar las posibilidades. Estas señales comunitarias co-vivenciadas en la actividad grupal, representan un modelo a escala de lo que nos sucede en el día a día de nuestra relación interpersonal.

La ruptura con la conformidad en el estado de yecto nos presenta un ente que ha redescubierto que siempre debe estar referido a algo. Lo que lo caracteriza como existente es una conformidad con el para qué. Reconoce la capacidad de su ser-ahí de aplicarse a la calidad de servir para. Heidegger anuncia, específicamente, (99) que conformarse ónticamente es, dentro de un fáctico curarse-de, hacer frente a la condición de “lo a mano” para abrirse a la “condición de posibilidad” dando libertad a todo el ente para que mejore, trabajando, todo lo que lo colocaba en situación de inautenticidad.

Es el momento de considerar como esta apertura a la posibilidad del ser nos obliga a considerar la noción de “sentido”. Heidegger (374) dice que “el sentido del ser del ser-ahí, es el ser-ahí mismo que se comprende a si mismo. Sentido solamente tiene el ser-ahí abierto a la posibilidad de ser-en-el-mundo, tal como la acabamos de describir mas arriba.

Solamente el ser-ahí puede tener sentido o carecer de él. Todo otro ente con una forma distinta de ser es ajeno a la posibilidad de contar con sentido.

Cuando Frankl anuncia que el sentido no puede inventarse, que debe descubrise, abreva en Heidegger (175) quien postula que “el carácter de posibilidad resonde a la forma de ser de los entes comprendidos. Cuando los entes intramundanos son descubiertos a una con el ser del “ser-ahí” (es decir, han venido a ser comprendidos) tienen sentido. Lo comprendido son los entes o el ser. Sentido es aquello en que se apoya el “estado comprensible de algo” (Gazitua, p. 88).

Sentido significa “aquello sobre el fondo de lo cual se concibe la posibilidad de algo en relación a lo que “el ente es”.

En la cura el sentido consiste en poner de manifiesto lo proyectado del ser-ahí, con una constitución abierta a la posibilidad desde un ser total propio. Que un ente tenga sentido significa que se ha vuelto accesible en su ser primigenio total proyectado desde el fondo de lo cual es.

Este ser “sí mismo”, que se conduce desde un ser-ahí, es en cada caso “un ser que en su ser le va su ser” (Sartre). Es un ser, que al ir existiendo compromete constantemente lo que es en aras de este sentido. A este ser lo llamamos existencia. En su esencia como existente el ser-ahí no puede ser menos que ser lo que es y proyectarse en el mundo a traves del sentido.

Como decíamos antes, el sentido debe descubrirse. No es una tarea sencilla. Al ser-ahí le falta siempre algo para realizarse. Permanece en un constante estado de inconcluso. Es un poder ser de ese ser-ahí que no se ha hecho real todavía. Tan pronto como el ser-ahí existe de tal manera que ya no le falta nada por realizar se ha convertido en un ya no ser-ahí, es decir, muere.

Esta conversión del ser-ahí (273) no es pasible de ser experimentada. Solamente tenemos una idea vaga de ese proceso en el morir de los otros. Con la muerte ante nuestros ojos el ente se presenta como una cosa material sin vida. Aún ante esta visión, la pérdida que experimentamos como supervivientes no nos hace accesible la pérdida misma que padece el ser que muere. Nos limitamos a asistir al morir de los otros. (274).

Esta es una evidencia que experimentamos a través de la angustia. En el morir de los otros se nos presenta lo peculiar de nuestra existencia: la finitud que algún día nos ha de llegar. Pensar en la muerte nos hace conceder su certidumbre (296) pero unida a una incertudumbre de su cuando. Al determinarse con claridad la indeterminación de la muerte cierta se nos presentan por delante todas esas urgencias, posibilidades y debilidades de la inmediata vida cotidiana que nuestra mirada es capaz de abarcar. Así la certidumbre de ese posible se calma con la tendencia a anularlo mediante su conversión en disponible.

La angustia que produce este proceso desemboza la calidad del ser-ahí mas original y perentorio. Este accidente de la existencia que tiene lugar en nuestro ser-en-el-mundo nos lleva a hablar de él como algo indeterminado que ha de llegar algún día o en alguna parte pero que, por lo pronto, no cabe ante los ojos.

Nuestra tarea como psicoterapeutas es aclarar que, frente a este algo posible, nuestra condición de ser-ahí en la espera abre a la condición esencial de nuestro ser-ahí que es la posibilidad. Es conveniente, entonces, saltar hacia el reino de lo posible para hacer pie en lo real. Correr al encuentro de la posibilidad (301) nos acerca a la comprensión de la posibilidad mayor de la medida de la existencia que es el poder ser (301). Correr al encuentro de su posibilidad le hace comprender al ser-ahí que únicamente de esta forma se le revela una existencia propia que ha de tomar como lo mas peculiar de su ser.

Cuando toma conciencia de esta condición de posibilidad se le hace patente que nos cabe a todos la cura (el verdadero cuidado de nuestro ser esencial) de la inautencidad y la vida sin posibilidad. Y no lo hace solo porque a traves de este encuentro con el otro se ha dado cuenta que no es ese otro y que la angustia que le produce su muerte lo mueve a evitar la caida en el sin sentido, la inautenticiad y la falta de libertad para elegir un modo peculiar de ser.

La angustia es ahora vital ya que el ser comprende que correr al encuentro de la muerte (en la caida en la cotidianidad, en la inautenticidad o la falta de posibilidad) lo coloca en la toma por anticipado de lo inevitable de la existencia. Corriendo al encuentro de la muerte a traves del sentido, en libertad, hace comprender y elegir las posibilidades fácticas que no lo obliguen a desconocer las posibilidades de la existencia. Evitando la constante amenaza de caer en lo yecto la angustia vital contribuye a presionar al ser-ahí para que mantenga abierta la posibilidad del ser.

La encargada de efectuar esta denuncia constante es la conciencia que da a comprender la posibilidad de apertura: abre. (309). Heidegger dice que el carácter de la conciencia es el de “una invocación del ser-ahí a su poder ser sí mismo peculiar y a la vez deudor de esta forma peculiar en cuanto ser-para-la-muerte.

La conciencia reflexiva evoca esa lejanía (el ser-ahí mismo) para evocar la otra lejanía (la muerte) y con ello alcanzar la verdadera vocación que es el ser uno mismo con los otros curándose de (311-312). Pasar por alto esta vocación es caer en la insignificancia, en la ambigüedad, en la vida sin ruido, y alcanzar un soliloquio significativo y activo cuando lo invocado es avocado a volverse (el sí mismo) a su modo peculiar de ser previo: la posibilidad.

La conciencia se revela como la vocación de la cura (319). Obliga al ser-ahí a abandonar la inhospitalidad de la condición de yecto, a salir de la caída en el uno, en el se, y dirigirse hacia adonde debe dirigirse: hacia el sentido. Viktor E. Frankl, que por supuesto abrevó en todos estos conceptos heideggerianos, afirma la condición de la conciencia como “el órgano del sentido”.

La conciencia avisa que en el estado de yecto entramos en una estructura de no ser. La nada ante la que nos pone la angustia desemboca en una posibilidad de no ser anunciada en la muerte. Cuando la conciencia nos define esta angustia como el motor de lo posible desenmascara al no ser, nos muestra su inhospitalidad. Si no permitimos este aviso de la conciencia la cura se ve transida por el no ser y caemos en la inautenticidad. En un transitorio estado de ser perdido en busca de un sí mismo auténtico es justo oir la invocación de la conciencia que nos muestra, una y otra vez, la comprensión de lo mas peculiar de nuestro ser: la posibilidad.

Obrar sin conciencia es estar afectado de no ser. El proyector esencial de nuestra existencia se ha apagado. Los otros nos buscan y nos piden que seamos responsables, es decir, que demos respuesta a nuestro ser esencial. La voz exterior voca ciertamente hacia atrás, a los actos acaecidos y nos muestra que solamente somos deudores de lo yecto. La retrovocación provoca la culpa. He aquí un concepto heideggeriano importante (334-336). La voz del otro nos hace empuñar algo que nos es peculiar. Ser culpable existencial y propiamente es, para Heidegger, lo que sigue a la invocación y no a la inversa. Los remordimientos retrovocan hacia el estado de yecto. La amonestación, la reprimenda, que nos hace el otro a través de nuestra conciencia apunta al poder ser de nuestra existencia. El autor del “Ser y Tiempo” juega con los conceptos de bueno y malo que la vocación del que amonesta nos muestra. La conciencia (que en muchos autores medievales era la emanación del poder divino) es ahora una misionera que le hace decir al hombre “soy bueno porque soy posible.

Cerciorarme de lo que pude haber hecho y no hice puede ser un olvido de la conciencia que no me invocó la posibilidad”. Calcular y compensar lo que es un debe y haber de la existencia es una interpretación cotidiana que mantiene indicaciones utilizables en el obrar que no rehusen contar como un modo seguro el abrirse a la posibilidad.

El estado de abierto mantenido por la conciencia resulta de la propia angustia y de la comprensión del proyectarse como el modo mas peculiar del ser deudor a la existencia propia. Heidegger llama a “este silencioso proyectarse, dispuesto por la angustia, sobre el más peculiar ser deudor, estado de resuelto” (342 – el subrayado es nuestro). La apertura a la posibilidad que me permitieron los otros evocando en mi conciencia mi particular modo-de-ser-en-el-mundo nos une en una hermandad en el estado de resuelto. El sí mismo propio abierto a la posibilidad de cada uno de los interlocutores permite por primera vez el uno con otro propio (343). Sin ambigüas y celosas conversaciones rodeadas por la inautenticidad, las verbales fraternizaciones de aquellos que quieren emprender su vida en el proyecto. Conocen la situación general, no se pierden en las situaciones inmediatas, discuten las condiciones esenciales del ser-ahí, aceptan el cálculo de los accidentes que tiene y dá la vida en su peculiar obra y se colocan en situación de estado de resuelto.

En el estado de resuelto obra la cura, que alberga en sí (con igual originalidad) tanto la muerte como el ser deudor. El poder ser deudor solo lo comprende el estado de resuelto, cuando este se cualifica como ser relativamente hacia la muerte. El tomar existencialmente sobre sí esta deuda solamente se lleva a cabo cuando el estado de resuelto ha llegado a ver a través de sí hasta que punto el comprender este ser deudor como constante le permite la experiencia de la temporalidad como única, propia y posible. Tambien muy angustiante. Seguro de sí mismo en la indeterminación a pesar de ello se mantiene abierto. La indeterminación, inherente a su estado de resuelto, lo aleja de todo poder ser-ahí yecto.

De la mano de la fría angustia, la conciencia nos presenta la posibilidad de ser singularizado acompañándola con la inmensa alegría de saber que allí reside, en esa incertidumbre, nuestra especial condición existencial.

Cuando una persona consulta al Logoterapeuta no es sencillo tener en cuenta todas estas cuestiones para responder a las preguntas que formula. Tema actual y habitual es la sensación de creciente frustración existencial. Un origen reconocible de esa frustración es la insersión en nuestra sociedad consumista, exitista, competitiva y carente de oportunidades.

En esta dimensión de fenómenos auténticamente humanos es en el que se muestra, dramáticamente, la frustración existencial y el cada vez màs difundido “vacío existencial”, que tan maravillosamente describiera el Dr. Viktor E. Frankl.

La frustración existencial no es patógena en muchas personas pero es muy posible que pueda llegar a serlo y desembocar en neurosis si no se mantiene la meta de un sentido de vida autotrascendente.

Para evitar la enfermedad el Logoterapeuta debe ser conciente y hacer conciente en el paciente que ahora mas que nunca, en este momento de crisis social, la vida del hombre común y también la del hombre que sufre, sigue teniendo sentido A PESAR DE TODO.

Adicción, agresión, depresión son claros síntomas en la conducta del hombre actual y constituyen la problemática principal de nuestro entorno. ¿Qué derecho tenemos para atrevernos a decir que la vida nunca deja de tener un sentido para todos y cada uno? Como lo hiciera antes Viktor E. Frankl lo afirmamos desde la fundamentación antropológica y epistemológica que nos provee la analítica existencial y desde la convicción de que el hombre es capaz de transformar en servicio cualquier situación que, humanamente considerada, no tenga aparente salida.

Las investigaciones, publicaciones y comunicaciones acerca de la práctica del Análisis Existencial y la Logoterapia se multiplican en el mundo científico, con especial desarrollo en los países del área iberoamericana. Hace ya varios años que Irving Yalom, analista existencial norteamericano, afirmó: “Muy pronto los clínicos tendrán que justificar la terapia individual y defender su decisión de no utilizar la terapia de grupo.”

Se necesita aumentar la capacidad asistencial de los servicios comunitarios para la práctica de la psicoterapia. Es necesaria, asimismo, una comunidad científica en la que estemos abiertos a todos los aportes que signifiquen un avance en nuestro propósito principal de asistencia al otro. Algunas escuelas actuales muestran sus novedosas formulaciones o particulares técnicas. Muchas de ellas publican sus aciertos como propios desconociendo antecedentes que, no en pocas oportunidades, provienen del enfoque humanístico-existencial. Cabe citar todos los avances que el psicoanálisis, el conductismo y el enfoque sistémico han logrado en el último decenio a partir de la consideración de los conceptos de encuentro, proyecto, afectividad (atreviéndose algunas veces a mencionar el amor) y solidaridad.

Nos toca a nosotros apoyarnos en todos los conocimientos que se han aportado a lo largo del camino de la práctica psicoterapéutica y preguntarnos por qué no va a ser posible fundamentar, desde la analítica existencial, esta logoterapia grupal que presentamos.

Dr. José Martínez-Romero Gandos
A Coruña – Galicia – 2006
e-mail: sentido@correo.cop.es



[1] Heidegger, M. “El ser y el Tiempo”. Traducción de José Gaos. F.C.E., México-Buenos Aires, 1951
[2] Gazitúa, Víctor “Formulación ontológico científica de El Ser y el Tiempo”, Ediciones Lohlé, Buenos Aires, 1963-

lunes, octubre 23, 2006

La acción grupal en la Mediación Intercultural

Comentarios para la formación y profesionalización
en la práctica con inmigrantes

Dr. José Martínez-Romero Gandos
A Coruña – octubre de 2006.

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Las investigaciones, publicaciones y comunicaciones acerca de la práctica grupal se multiplican en el mundo científico, con especial énfasis en los países del área iberoamericana. Trabajar en la Mediación Intercultural es una oportunidad magnífica para contribuir a su desarrollo y encontrar posibilidades de aplicación en una práctica con fundamento y creatividad.

Los retos para asistir en las necesidades y demandas de los diferentes colectivos inmigrantes que llegan a la península ibérica en el siglo XXI no son pocos y obligan a un desarrollo de la investigación y la práctica de la Mediación Intercultural aplicándose en el conocimiento y la especial configuración de estas personas. La obligación también se extiende a la posibilidad de elaborar planes para su asistencia. Trataré de explicar aquí porqué un instrumento técnico como la participación en grupos (dinámica grupal) puede cumplir, satisfactoriamente, con ambos propósitos.

Los científicos que aplican la dinámica grupal para la atención de personas en los diversos ámbitos de su profesión afirman que muy pronto se tendrá que justificar porqué, en muchas circunstancias, se utilizan entrevistas individuales, de escaso tiempo de dedicación, con poca información y menor participación de las personas que acuden a ellas y no se utiliza la dinámica grupal.

Permítanme algunas consideraciones teóricas antes de concretar los retos a los que nos enfrentamos.

Vivimos en comunidades donde la coexistencia se manifiesta como una relación yo-tú con un innegable carácter dialógico. Diálogo que para lograr su autenticidad debe llegar a la dimensión del sentido co-participado de los integrantes superando los condicionamientos sociales que distorsionan la comunicación y manifestando el respeto por la condición de Persona en sus valores más esenciales, manifestados por cadaquién de una manera única y singular. Cuanto más amplio y menos racional sea ese sentido dialógico más respuestas existenciales encontrarán cada uno de los integrantes, ya sea a la luz de la conciencia o ante la posibilidad de una relación interpersonal amplia.

Este “suprasentido” conciente o trascendente encuentra su mejor expresión si la relación interpersonal no se limita a un mero intercambio de símbolos y signos protocolares. En el encuentro con el otro, el “suprasentido” (capacidad y posibilidad de proyectarnos más allá de la inmediatez de lo cotidiano) se construye mediante la reciprocidad de la relación de afecto, aceptación o solidaridad sin condiciones. Y esto no puede realizarse fuera de un grupo donde el hombre no puede dejar de “pertenecer”.

Quien conozca los pormenores de esta dinámica grupal y tenga capacidad de análisis de la situación podrá aceptar que esta relación “dialógica” entre personas de un grupo no es posible, en su realización plena, sin que se produzca una “trascendencia recíproca”. Veremos este concepto un poco más por lo menudo.

Muchas personas y no pocos técnicos insisten en que ésta actividad grupal no deja de constituir una “reunión catártica” de personas con conflictos que solamente ejercen esta función de descarga y luego permanecen en igual situación. En nuestra experiencia de muchos años de inmersión en la actividad de los grupos hemos podido comprobar como resultan inmensamente útiles en las circunstancias en las que las personas atraviesan una situación de crisis, de angustia o de conflicto, desarrollándose una actividad de “trascendencia recíproca”, es decir, de paulatino y concreto compromiso mutuo.

Lo importante de esta actividad se manifiesta a través de una actividad que denominamos de “encuentro”. Cuando este “encuentro” es comunitario la “trascendentalidad recíproca” es mucho más importante que la que pueda establecer una sola persona con otra. La persona produce su propia actividad trascendente que prepara la recíproca. Pero ambas se complementan y potencializan en una actividad grupal comprometida.

No es fácil sostener encuentros grupales en los que se produzcan estos “encuentros trascendentes”. Los instrumentos principales para ello son la comunicación, el reconocimiento mutuo, la afirmación de la identidad, la autenticidad, la apelación al otro y el cuidado mutuo.

Imaginemos una situación de intervención en Mediación Intercultural y ubiquémonos en dos contextos diferentes: un contexto de encuentro individual con la persona asistida y otro en el que participemos de un grupo. Los mismos instrumentos utilizados desde siempre en las entrevistas individuales cobran una dimensión especial y promueven la manifestación de conductas, conceptos, ideas o relatos permiten una mayor participación de unos y otros. Para alguno de los integrantes es difícil la comunicación. Aparecerá algún otro que apelará a su comprensión. Podrá manifestarse reacio y hasta inauténtico. Si nadie olvidó la principal herramienta “cuidado mutuo” aparecerá una mayor autenticidad y una afirmación de la identidad de cada uno de los integrantes.

¿Se producirá esto tan rápida y espontáneamente?

Cuando nos proponemos sostener en un grupo esta trascendentalidad recíproca es necesario iniciar la relación mediante la propuesta de compromiso y utilización de algunas herramientas fundamentales de la dinámica grupal. Más adelante describiremos algunas de estas herramientas.

En los grupos más superficiales este compromiso puede ser poco duradero y no alcanzar para la relación de verdadero encuentro y trascendencia. A pesar de ello, en determinadas circunstancias, pueden transformarse en grupos de encuentro duradero. Encontramos un ejemplo si consideramos un grupo de excursión o un encuentro de atracción sexual. La alianza superficial deberá culminar en un compromiso duradero. En el caso de la excursión en la constitución de un grupo verdadero de personas amigas y en el caso del encuentro de atracción sexual en un compromiso que se plasma en el amor de pareja.

El compromiso da lugar a una relación con sentido transpersonal. Supone confianza, fidelidad y esperanza. Es capaz de iluminar y animar en los momentos difíciles. Sus modelos clásicos son el matrimonio, el equipo de trabajo, la comunidad religiosa o el grupo de amigos.

Como lo afirman todas las escuelas psicológicas, nada de esto es posible sin una buena comunicación. No es el lugar aquí de explicar este concepto clásico. Pero recordemos que nadie puede no comunicarse y que los grupos humanos son inevitables. La comunicación debe contribuir a permitir la relación yo-tú que debe transformarse en “nosotros”.

La queja, habitual en los grupos y especialmente los que necesitan de mayor comprensión y asistencia, es la apreciación clara de una comunicación sin sentido trascendente. Apenas llegan a ser autoreferenciales. No ponen en marcha la acción de los valores de creatividad. Evitan que surjan comentarios acerca de sufrimientos genuinos, no permiten la participación de los valores de actitud. Se vivencia solamente lo negativo. Se pone en marcha el círculo vicioso que reclama desde la queja la atención egocéntrica o la mera descarga catártica.

Para salir de la queja es necesario que el grupo “apele” al integrante quejoso a que ponga en marcha su capacidad de autodistanciamiento, su capacidad de ir al encuentro del otro, la posibilidad de transformar el sufrimiento en sentido de ayuda al otro, especialmente a partir de la experiencia de los propios dolores, penas y frustraciones.

Siendo así constituimos una relación de compromiso entre los integrantes de los grupos en los que participamos y lo manifestamos como un encuentro humano, como una tarea de servicio en el que asistimos en el cuidado ofreciendo la propia experiencia, creatividad, razón y voluntad de sentido. Todo esto aderezado de mucha Esperanza. Y, como no, de algunas técnicas.

No es fácil acompañar al hombre del tercer milenio, luego que en la centuria anterior estuvieran en peligro referencias tradicionales y aparecieran crisis existenciales ante el vacío de la sociedad contemporánea. Mucho más si nos dedicamos a un colectivo tan especial como el colectivo inmigrante. Debemos constituirnos en especialistas en aceptar esa crisis propia del que emigra, el vacío existencial que produce el choque con la cultura de acogida, las frivolidades de los trámites administrativos ante la vivencia de la catástrofe personal, la inutilidad de la ayuda automática sin la promoción del trabajo y la superficialidad de los medios con que contamos para comunicarnos debidamente. Lograr vivir con todo esto no es fácil para el inmigrante y ayudar a su transformación no es tarea sencilla ni aparecerá en aquellos que no toman este trabajo comprometidamente y con vocación de servicio.

Los Agentes de Mediación Intercultural y las diferencias culturales

No escapa al lector que hasta aquí manifestamos una descripción eminentemente optimista. Un optimismo basado en la seguridad de la capacidad del hombre para realizarse y autotrascender sumado a la aceptación del papel del Mediador Intercultural en quien confiamos como modelo de intervención profesional. Sus informes nos hacen presente el testimonio claro de ese sentido autotrascendente posible para los colectivos a los que dirige su acción. La seguridad y confianza en su formación, en las teorías aplicadas debidamente contrastadas y una comunidad profesional que integran, ha mostrado en la práctica su valer y su valor ante la conflictiva, problemas y necesidades de los colectivos inmigrantes.

Formamos una comunidad profesional muy especial, que basa su trabajo en la consideración de la Persona como un ser bio-psico-social, libre y responsable, con la posibilidad de transitar por el mundo reconociendo su pasado cultural como importante y su presente como necesariamente inestable, especialmente en los inmigrantes, que lo proyecta a un futuro en el que encontrará su realización personal y trascendencia.

Los Mediadores y las Mediadoras Interculturales integramos una agrupación especial en la que nuestras relaciones profesionales no deberían ser de “control” o de “supervisión” sino de “co-visión” pues no tenemos capacidad omnipotente de “controlar” a nadie ni de estar por “encima” de ninguno. Apenas si nos podemos permitir compartir la visión desde nuestro conocimiento de “esta mujer” o “este hombre” que consulta porque atraviesa un período crítico especialmente vinculado a la inmigración. Para poder ayudarlos programamos una serie de procedimientos, únicos e irrepetibles, como únicos e irrepetibles son nuestros consultantes y su cultura de origen.

Una comunidad científica en la que estamos abiertos a todos los aportes que signifiquen un avance en nuestro propósito principal de atención al colectivo inmigrante y a las instituciones y administraciones. Algunas escuelas actuales muestran sus novedosas formulaciones o particulares técnicas. Muchas de ellas publican sus aciertos desconociendo antecedentes que, no en pocas oportunidades, provienen de la propia experiencia de otros Agentes de la Mediación Intercultural. Cabe citar todos los avances que en la Comunidad gallega ha habido en ese sentido en el último decenio.

Con una actitud humilde tomamos esos trabajos como modelo para poder continuar nosotros en nuestra tarea investigativa, formativa y de acción profesional. Nos toca apoyarnos en el conocimiento del camino y preguntarnos que otros instrumentos son útiles para nuestra tarea futura. Creemos que la actividad grupal lo es por su economía de medios y su ganancia de resultados.

¿Como nos introducen estas consideraciones en nuestra tarea de Mediación Intercultural mediante la utilización de la dinámica grupal? Nuestro trabajo consiste en abrir ante las personas el abanico de las posibilidades que les permitirán resolver su especial problemática vinculada a la inmigración y a las diferencias culturales. La actuación profesional en grupos de asistencia abre mayores posibilidades de acuerdos y soluciones. Abre a la Esperanza. La esperanza es el arma de los indefensos, decía Marcel. La esperanza abre a la posibilidad, reforzando la libertad porque en aquella se presupone haber ganado algo que aligera los miedos y nos aleja de sentirnos o ser considerados en calidad de “objeto”.

El desesperanzado se acerca al puerto donde avizora a la esperanza, embarcándose en la seguridad de lo que ella tiene, lo que ella lleva en sus bodegas abundantemente: futuro y ecuanimidad para encontrar la resolución que mire a la posibilidad de la realización personal, familiar y social.

Cuando invade la angustia por las limitaciones que produce la inmigración se disipa aquella característica propia de todos los seres humanos: la formulación de un proyecto. Producida la inclusión en este estado de angustia se disipan las posibilidades de reacción y movilidad vital. Se facilita la posibilidad de permanecer “extraño”, “ajeno”, “alienus”, “extranjero”. Demorado en esta crisis de olvido de mi condidicón de “ser-en-el-mundo-con-los-otros”, aquietada mi capacidad de proyectarme, negada mi temporalidad finita, no sé adonde llegar: es mi “falta de paradero” según Heidegger. No tengo un lugar en el mundo que responda a mi condición de persona. La angustia me paraliza o me hace saltar hacia lo negativo.

Para ponerse realmente a la obra y aceptar la posibilidad de salir adelante es necesario olvidarse de lo fáctico y reanudar la formulación de proyectos. En una primera sesión grupal la persona se muestra angustiada, bloqueada o taquipsiquica. Se limita a presentar su existencia en el presente escapándose continuamente de la posibilidad de estar a la expectativa de “sus posibilidades”. Con el paso del tiempo el grupo tiene que lograr su participación para resolver ese “estar a la expectativa, pendiente de lo que surge en su entorno, centrado en sí mismo y no demorándose en un presente impropio.

Sentirse extraño, en un mundo extraño, es la verdadera cárcel del ser. Encerrado en esa cárcel personal se encuentra en “paradero desconocido”, “en no sé que cultura”, “sin mi tiempo propio”, “lleno de silencios culturales”, “sin la llave de la comunicación con los otros” y “con el mundo que me rodea”. Solamente comprenderá su situación si alguien le hace evidente su resistencia a asumir libertad, responsabilidad y temporalidad en un nuevo proyecto y lo ayuda a salir adelante.

En los grupos, los otros intentan vencer esa resistencia a vivir la realidad de ese mundo circundante, abierto a la posibilidad de realización personal. La posibilidad de sobresaltarse con este reclamo grupal y reaccionar es muy alta porque responde a condiciones esenciales del ser humano. Somos seres sociales y no podemos dejar de pertenecer a diferentes grupos.

El grupo no es la panacea salvadora. El grupo ofrece las señales que son primariamente útiles para que el integrante se refiera a un proyecto. La señal es útil en cuanto tenga el carácter de servir para ver en torno y empezar a caminar cuidándose de. De tal suerte que las indicaciones de los compañeros de grupo no tienen otro mandato expreso más que ayudar a mirar en torno y abarcar con la vista (el efecto de la mirada del otro) como tiene un camino de ganancia en el mundo circundante. Los otros integrantes del grupo dan la señal anunciadora de que existe la posibilidad. Señalan lo que viene que es algo que la persona creía no podía enfrentar pero que ahora descubre es algo para lo que nadie está preparado. Entonces comienza a compartir una vivencia existencial de “cuidarse de” que le permite una mirada retrospectiva hacia su pasado cultural sin miedo a enfrentar las nuevas posibilidades. Estas señales comunitarias co-vivenciadas en la actividad grupal, representan un modelo a escala de lo que nos sucede en el día a día de nuestra relación interpersonal.

Y nos recuerdan enseñanzas milenarias.

Nuestra tarea como Mediadoras y Mediadores Interculturales que aplicamos acciones grupales para la atención de colectivos en crisis es aclarar que, frente a este proyecto futuro necesario es conveniente, entonces, saltar hacia el reino de lo posible para hacer pie en lo real. Correr al encuentro de la posibilidad. Cuando toman conciencia de esta condición de posibilidad se le hace patente que nos cabe a todos la solución y el cuidado.

La angustia es ahora vital ya que la persona comprende que seguir en la cotidianidad del problema, en la inautenticidad de la acción o en la falta de posibilidad lo coloca en la posición anticipada de lo inevitable, del fracaso del proyecto original de migración.

Tanto en la actividad propiamente medidadora como en las actuaciones institucionales el profesional debe ser conciente de la realidad y lograr que también lo sea su consultante. En estos momentos de la sociedad en la que vivimos con claros síntomas de crisis social, la vida del hombre común y la del que sufre pérdidas, carencias, angustias o discriminación debe seguir teniendo sentido “a pesar de todo.

¿Cómo podemos permitirnos afirmar que la vida no deja nunca de tener un sentido para cada uno de nosotros? Lo afirmamos desde nuestra fundamentación antropológica y epistemológica y desde nuestro conocimiento de los autores que dieron fundamentación a la analítica existencial: El hombre es capaz de transformar en servicio cualquier situación que, humanamente considerada, no tenga aparente salida.

A través de la actividad grupal es posible ayudar a las personas para que cada una pueda ver por sí misma su aislamiento, su carencia de sentido, sus necesidades individuales, errores, diferencias y aún el significado de las agresiones que pueda haber recibido en su lugar de acogida. Es un procedimiento de “educación” en el sentido etimológico del término (e-ducere, “conducir desde”, “sacar lo propio del otro”) permitiendo el logro de una mejor calidad de vida y un sentido asumido y adquirido a través de los otros, de la comunidad.

La persona acepta, de este modo, la posibilidad trascendente de su existencia, su libertad y su responsabilidad, su capacidad de proyectar y llevar a buen puerto sus proyectos, en las difíciles circunstancias de la inmigración. Este logro será propio y único, no impuesto por ninguna ideología, por ningún lider terapéutico, por ninguna “cuidado” autocrático.

Técnicas utilizadas en la acción grupal

La utilización de técnicas en la acción grupal permite una mejor dinámica y nuevas experiencias que el grupo elabora. Los cambios no van nunca en la misma dirección en cada uno de los integrantes. Esto es parte de la dinámica grupal y de la consideración del equipo encargado de la tarea para la regulación del sistema. En varias oportunidades hemos constituido grupos con la intervención de dos y hasta tres guias. Algunos miembros experimentan cambios con mayor facilidad, mejoran su espontaneidad y asumen compromisos. Su cambio es analizado por el guia o por este equipo para que dinamice el trabajo y sirva de motivación a los otros integrantes.

Para poder “enfrentar” esta tarea de coordinar la acción grupal (estar frente a los otros y co-vivenciar), considerar a la persona que consulta y facilitar su posibilidad trascendente es necesaria una formación específica y la aplicación de una antropología humanista que considere como esenciales para la definición de Persona los conceptos de: posibilidad, elección, libertad, responsabilidad, cuidado, temporalidad, espacialidad y trascendencia. Esto puede ser simulado como práctica en Talleres previos sobre la actividad grupal desarrollados bajo la supervisión de expertos.

Esta posición humanista no implica una trasmisión teorética de conceptos filosóficos sino la asunción, aún por parte de los encargados de los grupos, de un estilo de vida y una actitud coherente con las ideas que se postulan. La llave que abre y cierra este cofre es “la ética profesional”.

El uso de esta llave ética es otro reto para el Siglo XXI. Nos relacionamos con un sinfín de instituciones, comunidades, grupos y personas, procedentes de diferentes culturas y con diferentes tipos de ideología y religiosidad. Todas están expuestas a las crisis que hemos descripto. Muchos integrantes de instituciones o administraciones han mistificado la ayuda al otro, han vaciado de sentido el compromiso y la solidaridad, se han erigido en líderes autocráticos de uno u otro movimiento.

Es necesario ofrecer una solución genuinamente humanista que facilite las relaciones entre la Persona, la comunidad propia y la comunidad de acogida. Una suerte de “personalismo comunitario” que avente las posibilidades de vacío existencial y permita la autotrascendencia. Creemos, sinceramente, que la dinámica grupal tiene conceptos y herramientas para contribuir a tal fin. Creemos, también, que los conceptos principales son los de la búsqueda del sentido y la autotrascendencia recíproca.

Hay muchas formas para lograrlo y profesionales que se dispondrán a ello. Dada la carencia de medios con los que habitualmente contamos uno de los retos principales será la utilización de la dinámica grupal que tiene una enorme posibilidad de éxito, llegando a mayor cantidad de personas con menor disponibilidad de profesionales y tiempo.

En todos ellos los Mediadores Interculturales nos esforzaremos en comprender la realidad del que nos consulta. Nuestra principal técnica será nuestro compromiso, nuestra vocación de servicio y nuestra solidaridad.

La confirmación del éxito del procedimiento vendrá a través de los propios integrantes que han solicitado consulta. Los asistentes presentarán en grupo las condiciones básicas en las que lo han integrado y los logros alcanzados hasta el momento. Las personas integrantes presentarán al grupo las condiciones en las que ha alcanzado este nivel, lo pondrán a consideración y será el grupo el que confirme que ha habido éxito o fracaso. Si ha habido éxito esa confirmación tendrá la condición de verificar que durante su permanencia haya contribuido, significativamente, al cuidado de los otros integrantes.

Todo este trabajo puede realizarse mediante técnicas, encuentros y acciones que facilitan la integración del grupo. La realización de entrevistas previas, consideración de la mínima capacidad de empatía para integrar el grupo, tipo de conflicto, crisis o patología y la disponibilidad institucional serán los instrumentos principales.

La meta es “encontrarse con otros” sin que tengamos que programar minuciosamente las particularidades del grupo o sus integrantes. Las técnicas para la constitución, desarrollo y cierre de los grupos son varias como, asimismo, la posibilidad de actuar uno, dos o tres guías.

Pondremos especial atención en la formación de estos grupos. Las características generales de éstos como, asimismo, la selección de los integrantes dependerá del colectivo y la conflictiva presentada. La iniciación de las actividades, luego de un “worming up” necesario, preparará la presentación de las condiciones de funcionamiento, “el contrato”. Es conveniente dejar abierta la posibilidad a la inclusión de nuevos miembros como, asimismo, la salida de quién así lo desee.

Con la actividad propia del grupo se va constituyendo “la cultura grupal”, es decir, los propios mecanismos, gestos y símbolos de esta agrupación. El escenario de actuación puede ser cualquiera aunque recomendamos la participación en forma de círculo, proceder reconocido de todas las culturas en su accionar comunitario.

Es necesario destacar aquí que el guía de cualquier grupo que presente las características mencionadas deberá tener una capacidad por él mismo reconocida para la empatía. Si su actuación fuera realizada mediante conductas rígidas o de incomprensión, tenemos sobradas razones y experiencias para saber que el grupo se lo señalará o fracasarán los objetivos.

Complementando la capacidad empática del guía, utilizará la observación y la escucha activa para poder favorecer el mantenimiento de un clima de confianza y cordialidad en el grupo.

Conclusiones

Actuaremos respetando y conociendo cada una de las tres dimensiones de la existencia humana: la biológica, la psicológica y la social. Como las tres dimensiones forman una unidad, actuaremos en permanente interdisciplina con nuestros colegas especializados en cada una de esas dimensiones en particular. No es posible descuidar a ninguna de ellas. Es claro el ejemplo en un enfermo terminal grave. Será asistido por el cirujano, el psicólogo y la asistente social. Cada uno considerará la derivación e interconsulta con el otro para una mejor asistencia del paciente. Si nosotros somos llamados a colaborar cada una de esas partes ofrecerán informes, comentarios y solicitarán ayuda para afrontar las decisiones de su profesión. El Agente de Mediación Intercultural intervendrá para ampliar las oportunidades de reconocimiento mutuo y reducir el ámbito de la discusión o conflicto a medida que se agotan las oportunidades para el paciente y para el tratamiento. Se espera que los logros sean positivos.

Oportunidad trascendental. Posibilidad de rechazo de uno u otro profesional. Posibilidad de caida en el egoísmo o el sinsentido. O realización de valores superando todas las barreras. Aún las de la enfermedad y de la muerte.

Si los actores son varios y conforman grupos en sí mismos podemos considerar la posibilidad de la intervención mediante técnicas grupales. No estaremos atados a este procedimiento. Tanto en la actuación individual como en la grupal el trabajo principal será ayudar a superar las barreras que dificultan la comunicación intercultural.

Cuando desarrollemos una actividad profesional en grupo ésta implicará juegos de dramáticos silencios que, necesariamente, convocarán a la actividad de los participantes, actitudes de espera, continencia de la angustia, desarrollo de caminos de libertad sin imposiciones, facilitando la creación de un clima y un lugar apropiado para la confianza y desarrollando una creatividad técnica basada en lo que hemos definido como el “almacén del mediador intercultural”, un bagaje y combinación de productos personales y culturales para el cuidado del otro.

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lunes, agosto 07, 2006

MISIÓN Y LIDERAZGO EN EDUCACIÓN

Dr. José Martínez-Romero Gandos
A Coruña – Galicia – Spain agosto de 2006



ABSTRACT:
En Educación es importante la consideración de la Misión. La contribución al logro de los objetivos será eficiente si desarrollamos nuestra misión simple, claramente, en forma personal, comprometida.

El asesoramiento de los expertos en Comunicación Social no debe ser “técnico”, “frío” o “resultado de una sucesión interminable de consideraciones teóricas”. Contribuirán con su experiencia para el desarrollo de una acción educativa proyectada sobre la comunidad, promoviendo la perfección del Hombre en función de valores éticos de solidaridad, responsabilidad social y calidad de vida, facilitando la armonía entre la autoridad y la libertad. Se desarrollan los conceptos de Autoridad y Liderazgo en un marco de cambio paradigmático del concepto de Misión.


Una misión debe enunciarse en forma operativa, de lo contrario, será una mera declaración de buenas intenciones. Deberá centrarse en lo que la entidad educativa y los docentes quieran alcanzar, de forma tal que todos sus miembros puedan decir “ ésta es mi contribución al logro del objetivo”.

Esta declaración y aceptación de la misión es fundamental porque cambia totalmente la óptica para ver a la Educación. Es importante la adecuación de la misión a los objetivos de la gestión actualizada sin que por ello, al aplicarla, reformulemos las condiciones esenciales de la Persona necesarias para cumplir con la misma. Uno de nuestros errores mas comunes consiste en transformar la consideración de esta misión en un enmarañado conjunto de normas, procedimientos y controles que aparecen claramente confundidos en las reuniones de la clase dirigente y la constituyen en un “slogan” de buenas intenciones. La misión debe ser simple y clara. Nada tiene de impersonal y nunca cumple su finalidad sin la participación comprometida de los integrantes del equipo de trabajo.

La planificación de la actividad para el logro de objetivos está unida a un elemento clave del proceso que es la misión. El rediseño, actualización o idealización de la misión será algo más que una declaración de principios generales. Debería identificar lo que constituye la Educación.

El asesoramiento de los expertos en Comunicación Social en temas relacionados con la misión no debe centrarse en un proceder ideal, ni en una especialización técnica pero fría ni en una sucesión de interminables consideraciones teóricas.

En los ámbitos científicos y en el mundo que nos rodea hemos visto peligrar los principios fundamentales que nos distinguen como cultura. Existe una crisis de valores y observamos que lo material intenta imponerse sobre lo espiritual, el positivismo filosófico y político sobre el orden natural, lo científico y tecnológico sobre la moral y la posesión de bienes sobre el progreso digno del Hombre.

Deberíamos contribuir con nuestra experiencia para el desarrollo de una acción educativa que se proyecte sobre la comunidad contribuyendo a la promoción y perfección del Hombre en función de valores éticos de solidaridad, logros en el marco superior de la responsabilidad social y calidad de vida respetuosa de la dignidad de la Persona. La Ciencia y la Técnica tienen que estar al servicio del Hombre y no a la inversa. Ambos, docentes y expertos, debemos ser fieles a esta Misión.

¿Cómo podemos lograr estos propósitos en esta sociedad en crisis?

Debemos ajustar nuestra misión para afirmar, repetidamente, el concepto de Educación como entidad facilitadora del desarrollo de proyectos y valores. Una entidad que debe considerar la posibilidad de comunicación efectiva y afectiva entre sus miembros, promover la reflexión sobre los valores y el sentido de la vida, no olvidar la integración psicológica y social y facilitar la armonía entre la autoridad y la libertad de sus integrantes.
El término “autoridad” debe ser analizado según su etimología y aplicación verdaderas ya que muchos autores han distorsionado su dimensión y sentido. Su acepción universalmente aceptada radica en llevar a los que están bajo su tutela a la posibilidad de ser ellos mismos, de desarrollar su propia existencia en un crecimiento que le permita ser artífice de su proyecto personal. En su origen latino el término auctoritas designaba la fuerza que servía para sostener o aumentar algo y el auctor, el sujeto activo de esa auctoritas, era la persona que sostenía algo porque él mismo la había acrecentado. Su raíz originaria conservaba al verbo augere que significaba crecer. La auctoritas se concebía como el fundamento bondadoso del poder, nunca en su uso arbitrario. Sin esa autoridad, interna y externa, es imposible la garantía del bien personal y del propio crecimiento. Es imprescindible el ajuste de la Misión a esta consideración del concepto de Autoridad.

En el desarrollo de su actividad docente los integrantes de la institución educativa pueden expresar su manera personal de sentir esta misión a través de una actitud:
a) de oposición sistemática porque han adquirido, pensando en su comodidad y economía, una posición segura en la organización sin pensar en la finalidad principal de la Educación que es la transformación y el desarrollo.
b) de comprensión por la necesidad de un cambio, pero que actuan como adherentes no comprometidos, esperando que alguien o muchos lideren este cambio paradigmático.
c) de disposición a liderar el cambio con habilidad y aptitud para lograr la adhesión de nuevos integrantes dispuestos a aceptar esta modalidad de la gestión.

¿Cuál es la oportunidad? La fruta esta madura ahora. Aquellos que estén dispuestos a desarrollar una labor eficiente y a fundar su actividad de liderazgo centrada en principios serán los partícipes de la “revolución paradigmática” que señalara Kuhn.

Las destrezas y aptitudes requeridas para estos papeles de líderes o de docentes con capacidad de promover el desarrollo, las herramientas y los métodos que puedan contribuir a perfeccionar esas destrezas y la distribución del poder en los diferentes cargos organizacionales requerirá de imaginación, perseverancia y diálogo para instaurar un cambio significativo en el paradigma actual de la Educación.

En este cambio sistémico la jerarquía inadecuada, el cumplimiento imperfecto de la misión y el olvido de las características esenciales del ser Persona, empujará al desarrollo y aparición de nuevos líderes que estarán dispuestos a desarrollar su labor (misión) en un ambiente cooperativo, promoviendo una combinación singular con otros líderes, en otros cargos, que sustenten estos mismos principios.

domingo, noviembre 20, 2005

LOGOTERAPIA GRUPAL PARA LA ASISTENCIA A VÍCTIMAS DE VIOLENCIA DOMÉSTICA

“Logoterapia grupal para la asistencia a Víctimas de Violencia Doméstica”
Dr. José Martinez-Romero Gandos
Centro Sentido – Galicia


Hemos presentado en Puebla (México), en el marco del Primer Encuentro Mexicano de Logoterapia Grupal, un trabajo sobre asistencia a víctimas de violencia doméstica que hemos titulado: Encontrando luz en nuestros pesares. Ante el vacío existencial que provoca la sociedad de nuestro tiempo el ser humano ha encontrado tres respuestas patológicas a su frustración: adicción, depresión y agresión. Queda dicho convenientemente que el Dr. Frankl ha denominado a estas manifestaciónes “la tríada trágica de nuestro tiempo”.

Nuestra tarea como Logoterapeutas es preguntarnos si podemos hoy ayudar al Hombre existencialmente frustrado a encontrar un sentido y superar ese vacío existencial. Tal vez se piense que es tarde para esta tarea. Creemos que no. La búsqueda de sentido es específicamente humana y es, también, propio del hombre someter a crítica ese sentido. El sentido no se nos dá por añadidura, debemos descubrirlo. No salta a nuestra mirada como una síntesis automáticamente conformada. Se trata de un descubrimiento paulatino, único y trabajosamente proyectado sobre el fondo de la realidad circundante. ¿Cómo aprendemos a seguir este camino? Nuestra primera maestra es la Familia, agente socializador excelente que nos permite la búsqueda y la realización posterior de ese sentido de vida, personal, único y autotrascendente.

La familia ha sido caracterizada como transmisora de valores y conductora del aprendizaje para la posterior relación grupal de las personas.

La crisis que mencionábamos puede definirse, sintéticamente, como la “gran crisis de valores” en los comienzos del siglo 21. Nuestra sociedad consumista, fanática, adicta, golpea en nosotros con una influencia importante que lleva a la horrible sensación de “vacío”. Un vacío que muy bien ha descripto Viktor Frankl en su libro “Ante el vacío existencial” (Editorial Herder). Comienza nuestro maestro este libro diciendo: “En realidad hoy no nos enfrentamos ya, como en los tiempos de Freud, con una frustración sexual, sino con una frustración existencial”(...)”bajo un abismal complejo de falta de sentido, acompañado de un sentimiento de vacío”. Luego nos explica que este vacío existencial, que va a llevar a la mayoría de la población a una neurosis debida a conflictos de conciencia, a colisión de valores, a frustraciones existenciales que él denominó “neurosis noógena” (término originado en “nous”, espíritu).

La familia debe enseñar a amar y transmitir conocimientos de modo que el hombre-niño preste oído atento al requerimiento de las situaciones de vida que va a enfrentar. Nuestra sociedad en crisis presiona para impedir la realización de este sentido creatural infiltrándose en la urdimbre familiar y debilitando su estructura fundamental.

La familia es la célula embrionaria fundacional del sentido y la primera escuela de valores. Su salud o debilitamiento están ligados estrechamente a la suerte y a la situación histórica de las comunidades o sociedades a las que influye y por las que se ve influída. Es una red peculiar que otorga firmeza y unidad, fuente de la energía por la cual la vida se hace más humana. La educación que realiza es una educación para la libertad y para la responsabilidad. Enseña a distinguir lo que es esencial de lo que no lo es, lo que tiene sentido de lo que no lo tiene, entre lo que se necesita para ser responsable y lo que es superfluo. Podemos afirmar aquí que esta institución fundamental de la sociedad es una verdadera y fundamental escuela de “reciprocidad”.

El hombre, como persona trascendente, es la materia prima para construir la comunidad de trascendencia reciproca que mencionamos. La familia es la escuela principal porque su actuación está basada en un “pacto de amor”. El concepto de familia asigna a cada uno de los miembros la acogida recíproca y en cualquier edad. La educación (“conducir al hombre hacia su máxima realización y trascendencia”) está basada en una infinita gama de manifestaciones culturales. La preocupación por esta educación exige el cuidado de la salud de todos y esta actividad de “cura” (cuidado) es la verdadera riqueza que cada familia posee. El instrumento principal de cuidado es el amor. Este amor se manifiesta a través de la comunicación y su alteración impide la participación y la posibilidad de compartir y encontrarse.

Numerosos son los estudios actuales que, desde la antropología, la psicología y la sociología, subrayan la importancia fundamental para el logro de esa reciprocidad de las relaciones madre-niño en los primeros días de vida. La educación en esos momentos no es un rosario de afirmaciones intelectuales sino una inconmensurable red de comportamientos vocales, visuales y tactíles que garantizan la transmisión de la seguridad en el logro del sentido de la vida.

Sobre una dotación biológica e instintiva la madre aporta los “valores” y la “cultura”, manifestados en la simple y a la vez inefable, transmisión del amor. La salud o el debilitamiento del niño están ligadas a la salud de la familia. La crisis de ésta llevó a comunidades, sociedades o culturas, históricamente, a la crisis y a la desaparición.

La familia influye y se influída. Es una red peculiar que otorga firmeza y unidad, fuente de la energía por la cual la vida se hace más humana. La educación que realiza es una educación para la libertad y para la responsabilidad. Enseña a distinguir lo que es esencial de lo que no lo es, lo que tiene sentido de lo que no lo tiene, entre lo que se necesita para ser responsable y lo que es superfluo.

En estos tiempos la institución “familia” ha sufrido como quizás ninguna otra, acometida por las transformaciones amplias, rápidas y profundas de la sociedad contemporánea. Su suerte se ha visto ligada al contexto de la situación histórica de la sociedad en la cual se desarrolla. En este contexto encontramos la habitual patología de las relaciones interpersonales en la familia.

¡Y qué no hace una familia sana, una madre, un padre o un hermano por lograr esos propósitos de auténtica comunidad y ofrecer la actitud o el talante que ayude a superar la crisis! La fuerza cohesionadora del amor hace posible la unión de personas distintas permitiendo el despliegue de la existencia, respetando la libertad y la autodeterminación para lograr el sentido individual y comunitario. Es una ligazón fundada en un primer eslabón, que es el amor, y una cadena de acontecimientos que conforma el “nosotros”.

Conceptos absolutamente alejados de los componentes de la violencia: odio y agresión insertos en toda actitud de discriminación o abandono.

No es mi propósito describir, definir y caracterizar especialmente, en este ámbito, el problema de la violencia doméstica. Apenas recordar que los abundantes datos epidemiológicos y estadísticos de la prevalencia del problema nos invita a reflexionar sobre los aportes de la Logoterapia y sobre las posiblidades de asistir al mayor número de mujeres que hayan padecido malos tratos y abusos. Esos datos nos dicen que una de cada tres mujeres los han padecido en el mundo entero.

En los albores del siglo XXI uno de los problemas más urgentes a resolver es el de la violencia. Su aparición en el ámbito doméstico no se limita al maltrato de la mujer sino que se extiende a otros miembros de la familia, especialmente niños y ancianos.

En el ámbito doméstico las estadísticas atribuyen un 75% de responsabilidad en el cometido de actos de violencia a los hombres (hombre que maltrata a su mujer), un 23% a episodios de violencia cruzada (ambos se maltratan) y un 2% a la población masculina que es víctima de la violencia de su mujer.

Por extendido, conocido a través de los medios de comunicación y su seguimiento en cursos y congresos de la especialidad el problema afecta, especialmente, a mujeres de todas las edades, niveles sociales y países. Es la sociedad toda la que “padece” este tipo de problema.

Por conocido no es superfluo mencionar aquí, muy suscintamente, el ciclo descripto extensamente por la Dra. Leonore Walker[1] sobre la expresión de la violencia. El ciclo descripto consiste en una primera fase de acumulación de tensión, período durante el cual el hombre observa determinadas actitudes o conductas de su pareja que le originan sentimientos que no expresa y que se acumulan en su interior. Luego se sucede una segunda fase de descarga a través de la violencia física, psicológica o sexual. La tercera fase es denominada de luna de miel o de arrepentimiento. En esa etapa el hombre se da cuenta que le ha producido daño a su pareja y le promete que nunca más sucederá. Pide disculpas y cree que va a cambiar. La mujer también cree en su arrepentimiento y generalmente considera que es un episodio aislado y ambos integrantes se autoconvencen que el episodio se produjo por exceso de trabajo, por problemas familiares, interferencia de terceros, etc.

Sin embargo, a lo largo del tiempo que dure la relación de pareja, estos episodios se repetirán en períodos cada vez más cortos y generalmente en aumento progresivo de intensidad. Es positivo cuando la mujer se da cuenta que el hombre no cambiará su conducta al menos que consulte con algún terapeuta. Generalmente el hombre no lo hace y entonces ella le dice que si no cambia se tendrá que separar o bien se irá ella de la casa con sus hijos. En este punto el problema parece recién empezar y los peligros son numerosos.

Sobre la tipología masculina es de referencia obligada la obra del Dr. Donald Dutton (1997)[2] en la que describe la violencia en el hombre.

Son también referencia otros modelos operativos en Europa y América: el del aprendizaje social, el de los recursos aplicados a su disminución, el del intercambio, el feminista, el del análisis de costes y beneficios, el modelo interactivo de la violencia doméstica (Smith y Rosen, 1992) o el de los mecanismos psicológicos de la violencia en el hogar (Echeburúa y Fernandez-Montalvo, 1998). Estos dos últimos modelos tienen en cuenta ciertos factores del agresor para predecir la violencia y destacan que ésta sería una forma de encarar situaciones de stress a falta de otras habilidades adaptativas (F.J. Labrador y otros, 2004).

Deseamos hoy subrayar las posibilidades de encarar su prevención y tratamiento desde la óptica de la Logoterapia.

Se ha atribuido el problema, generalizando demasiado, a que la violencia en el ámbito doméstico surge cuando se instala el conflicto entre necesidad y libertad. En el juego dialéctico entre estos dos elementos, el equilibrio de sentimientos positivos contribuye al bienestar general. Lo contrario supone la infiltración en el proyecto vital de algunos, varios o todos los miembros de la familia que supone una limitación de la libertad, un progresivo y constante deterioro o hundimiento del proyecto vital y la supresión parcial o total de los círculos funcionales superiores de la vida humana.

La salud está íntimamente ligada al uso de la libertad, característica del hombre sano espiritualmente. Condicionada ésta por la violencia en el ámbito doméstico ocupa el primer plano la inautenticidad en la existencia de los miembros. El agresor se asegura el poder “ilegítimo” mediante el logro de una vida inauténtica en el resto de los integrantes.

Si en la intimidad del hogar nos sentimos libres podemos asegurar nuestra elección de estilo de vida y responsabilizarnos por el modo de encuentro en el amor. Una lectura cuidadosa de la obra de Viktor E. Frankl nos permite seguir al autor en su concepción existencial de la unidad bio-psico-social-espiritual. En esa unidad el ejercicio de la voluntad de sentido, la conciencia de responsabilidad, el uso de la libertad y la verdad de una existencia guiada por el espíritu nos permite diferenciar salud de enfermedad y describir el nivel de conflicto expresado en la violencia.

¿Qué nos parece útil para trabajar en este campo, desde una perspectiva analítico-existencial y logoterapéutica? Fundamentalmente un respeto y valoración, en su máximo nivel, de la Persona. A ello debe agregarse la aplicación de la máxima confidencialidad que permiten las leyes. No debe faltar la donación o entrega habitual del Logoterapeuta a través de su propio estilo de vida, sus valores, recursos y conocimientos de los derechos de las víctimas con una absoluta priorización del interés de las consultantes.

Parece ociosa esta descripción de nuestra tarea posible. Pero cualquier especialista sabe acerca de los inconvenientes y rechazos que encuentran las víctimas en el ámbito judicial, policial, asistencial y comunitario.

Se deduce de ello que el agresor controla o agrede porque cree tener derecho a ello. Lo hace en el ámbito doméstico o apela a toda su energía, recursos y contactos para hacer valer “sus derechos”, pasando las víctimas a ser consideradas “victimarios”, en muchos casos.

Esto es posible porque la “víctima” se hace cargo del sistema de creencias del “victimario”. A través de ese control instaurado, de esa creencia asumida y de la dosificación adecuada de fuerza, seducción y dialéctica verbal, el victimario destruye la Esperanza de la víctima.

Suelo repetir la genial frase de Gabriel Marcel cuando dice: “La Esperanza es el arma de los indefensos. Y por ello tiene eficacia, por ser todo lo contrario a un arma”. El victimario usa el arma de la violencia. La víctima, si puede, apela a la Esperanza.

Este llamado, esta apelación, que como Logoterapeutas hacemos a la víctima nos coloca en interlocutores de privilegio en un tema de la mayor importancia para su vida futura. Al respetar su proyecto de vida, al ayudarla a aceptar las modificaciones que la situación le impone le estamos ofreciendo la posibilidad de elegir una nueva forma de vivir y evitar la agresión o la muerte. En España hubo, en el año 2004, infinidad de denuncias y episodios de agresión y casi un centenar de ellos culminaron con la muerte de la víctima, muchas veces con órdenes activas de alejamiento judicial del victimario.

La violencia no se puede predecir. Es imprescindible estar atentos. Solamente podemos contar con la descripción clínica de numerosos casos en los que se repite el arriba mencionado ciclo de la violencia. Siguiendo este esquema lo único predecible es la repetición de los episodios de violencia. El significado de cada uno de estos episodios se suma e incorpora al “sin sentido” de la existencia de la víctima, constituyendo un verdadero “infierno”.

El papel del Logoterapeuta será ayudar a desplegar “el ángel” que terminará o impedirá la continüidad del círculo de violencia: agresión; culpa; pedido de perdón; sexo; placer; nueva agresión.

Para ejercer convenientemente este papel es necesario contar o pertenecer a una “red de intervenciones” construida con el accionar de psicólogos, médicos, abogados, asistentes sociales y con la comunidad. La violencia se reduce mediante la aplicación de programas sociales y se comprende a través de investigaciones, trabajos publicados y comunicaciones entre colegas.

Estamos incluídos en un Programa de especiales características que se desenvuelve en la Comunidad Autónoma de Galicia, en España. La red de recursos disponibles se integra con la asistencia sanitaria general, el asesoramiento jurídico y la asistencia psicológica a las víctimas y a los victimarios, si éstos aceptan incluirse en los programas.

Por la libertad que permite el Programa en cuanto a la fundamentación teórica de los profesionales integrantes, nos incluímos en él considerando los aspectos teóricos y prácticos de la aplicación de la Logoterapia a un grupo de mujeres víctimas de violencia doméstica. El marco específico es un Programa del Servicio Gallego de Igualdad dependiente de la Xunta de Galicia y la coordinación del Colegio Oficial de Psicólogos de Galicia (España). Ante la necesidad de reducir la violencia en el ámbito familiar en la comunidad gallega integramos un dispositivo general de intervención en redes. El mensaje logoterapéutico y la actuación profesional se dirige a mujeres que han presentado denuncia policial y/o conseguido orden judicial de alejamiento del agresor en un proceso absolutamente gratuito y voluntario. Actuamos, con urgencia, para ayudar a estas mujeres a encontrar sentido a la vida, pese a la situación de crisis y peligro.

El servicio es gratuito para las usuarias del Programa y comienza nuestra actuación luego de la verificación de la situación de emergencia y la existencia de denuncia policial, procedimiento éste último imprescindible para la atención. En el año 2004 el Programa ha asistido a más de cien mujeres distribuidas en las cuatro provincias gallegas, con mayor preminencia de las de A Coruña y Pontevedra, por razones demográficas.

El nùmero de sesiones iniciales de asistencia psicológica es de diez con la posibilidad abierta de evaluación del proceso y otorgamiento de adicionales. Todos los psicólogos integrantes manejan información básica común sobre la red y sus procedimientos. Son obligatorias jornadas de formación e intercambio de información sobre el proceso. En estas jornadas intervienen otros integrantes de la red como p.ej. los integrantes del CEMUME (Centro para la mujer y los menores) de la Guardia Civil, de los C.I.M. (Centro Integral de la Mujer) dependientes de diferentes Ayuntamientos, la Policía Autonómica, que como la Guardia Civil, tramitan las denuncias, efectúan los controles para hacer efectivas las órdenes de alejamiento emitidas por los Jueces y también facilitan el traslado a las Casas de Acogida (de ubicación desconocida, excepto para personal habilitado) y los diferentes Colegios Profesionales de Psicólogos, de Asistentes Sociales y de Abogados, éste último con turno específico para atención y asesoramiento.

Este Programa está integrado por un amplio número de psicólogos con marcos referenciales diversos. Ante la necesidad de reducir la violencia en el ámbito familiar en la comunidad aplicamos Logoterapia en los casos a nuestro cargo

En este campo de actuación es muy importante la definición del encuentro Logoterapeuta-usuaria del Programa. El logro rápido de una relación empática positiva es imprescindible. Se trabaja con situaciones límite que no permiten pérdida de tiempo. Es necesario instruir para que se facilite la evitación de situaciones de violencia que nunca se resuelven en el corto plazo. Es muy importante la revalorización del sentido de vida de las víctimas, el restablecimiento de valores fundamentales y la auto-consideración como Persona.

Pero se trata de lograr cambios que activen mecanismos y conductas de control que no actúen solamente sobre la violencia. En este campo es necesario recordar, especialmente, que cada paciente es “unica e irrepetible”. Nosotros afirmamos, desde la Analítica Existencial y la práctica de la Logoterapia, que esta situación existencial del paciente es “única e irrepetible” y coincidimos con la generalidad de nuestros colegas en que es respuesta inmediata al desarrollo de numerosos dinamismos psíquicos que han establecido una personalidad a lo largo del tiempo y que se presenta en la realidad del “aquí y ahora” como una realidad diferente

Por lo que conocer lo que está pasando exige economía de medios y gasto de recursos psicoterapéuticos. Conocer acerca de la realidad violenta, ayudar a reconocer sentimientos bloqueados, analizar el contenido de los mensajes de la violencia, elevar la autoestima y programar, conjuntamente, un “Plan de Supervivencia” que no es para sobrevivir sino para “super-vivir”, vivir por encima de los sufrimientos y problemas, renovando el sentido de vida “a pesar de todo”. Decía Viktor E. Frankl: “Me atrevo a decir que no hay nada en el mundo que ayude más efectivamente a una persona a sobrevivir, aún en las peores condiciones, que conocer el sentido de su vida”.

En el procedimiento técnico para abordar el problema del “sin sentido” de la vida de estas personas (siguiendo a Pablo Etchebehere), podemos reconocer varios pasos:

En primer lugar para “re-descubrir” el sentido es necesario orientarse, saber en que dirección dirigir nuestra vida para alcanzar una meta. La meta de estas mujeres es librarse de la violencia. “Orientar” deriva de “oriente”, el origen. Caer en la cuenta de cuál es el “origen”, tanto de la violencia como el de la caída en el sin-sentido pone en marcha los mecanismos fundamentales de búsqueda y puesta en marcha de los valores fundamentales.

Van unidos la información general sobre procedimientos, ayudas y a quien acudir en emergencias con la actitud del logoterapéuta de “cura” y “apelación”. Esta “cura” (cuidado) y la “apelación” (llamado a la comprensión del origen y efectos de la violencia, a la lucha por la dignidad y a la recuperación del sentido) “ilumina” ese “oriente” que anuncia una nueva etapa en sus vidas.

El segundo paso es la recuperación del significado de las condiciones esenciales del ser Persona. Iluminado el camino debemos ayudar a comprender cuál es el modo de vivir que necesitan, como se puede alcanzar de un modo lógico, cuáles son las dudas fundamentales, cuáles son los miedos y cuáles son los riesgos. En este contexto, las medidas urgentes y preventivas contra la reanudación de la violencia parecen caer en el absurdo: “¿Cómo voy a ser capaz de frenarlo si no lo hice en los últimos veinte años? Leer en su biografía le permitirá recuperar el sentido si le ayudamos a comprender el significado de lo que entendemos por Persona.

A estas alturas de la relación ya habrá reaparecido la Esperanza, el arma fundamental de los indefensos, según Marcel. Es el momento de dejar la racionalidad y pasar a considerar la espiritualidad. Es la recuperación de la sensibilidad: la vida merece la pena ser vivida. No solamente desde los sentidos fundamentales (volver a mirar, a oir, a tocar, a saborear) sino desde una sensibilización de las posibilidades afectivas. Lo real está ahí, en el mundo violento y agresivo. Pero la realidad cobra “sentido” cuando desde las fibras más íntimas de mi ser defiendo la vida y aspiro a “super – vivir”, vivir por encima de las limitaciones.

El proceso, por su necesaria rapidez, va culminando. Es necesario reconocer que la herida ha sido suturada. Hubo golpes, insultos, agresiones psicológicas, desvalorización y sometimiento. El proceso logoterapéutico ha permitido recuperar la unidad de la Persona en la pluralidad de las dimensiones: el cuerpo, el psiquismo, el espíritu y la axiología que sustenta todo desde lo alto es mío. No vivo en mundos paralelos o encerrado en la celda de la violencia. Gracias al “sentido” he recuperado mi “si mismo”, mi “selbst”.

Aún en estas circunstancias de sufrimiento, peligro, amenazas y violencia estamos agradecidos al poder colaborar para asistir a estas mujeres en la “cura” que reconoce su mejor test cuando pueden ellas mismas ayudar a otras a superar las inhibiciones que le impiden salir del círculo de la agresión.

La actividad profesional implicará procedimientos urgentes para prevenir futuras crisis o agresiones, actitudes de espera por la dificultad de la víctima en reconocer sus posibilidades, continencia de la angustia, desarrollo de caminos de libertad sin imposiciones, creando el lugar apropiado para la confianza y desarrollando una creatividad técnica basada en la necesidad de conseguir cambios de conducta urgentes, perfectamente establecidos por autoridades y científicos, la necesidad de una camaradería itinerante que permita la superación del sufrimiento, la recuperación del sentido, la instalación de la Esperanza y la aplicación de la solidaridad, que forman parte de lo que en algunas Conferencias denominamos “el almacén logoterapéutico”.

Esta solidaridad se evidencia en las reuniones grupales, voluntarias, que se le ofrecen a las integrantes del Programa para poder intercambiar experiencia de vida y logro de sentido alcanzado.

De acuerdo a lo que sostenemos como procedimiento para la Logoterapia Grupal, se observa en estas víctimas la disposición para el trabajo efectivo y afectivo. Estar, sinceramente, a disposición del otro. Amarlo como ser humano que sufre. Evitar que dé pasos peligrosos. Permitirle elegir su camino sin condicionamientos. Ayudarle a superar la paradoja entre la inmanencia y la trascendencia. Este es el juego de roles que permite el ejercicio de la Logoterapia y especialmente la grupal.

Nos place, entonces, afirmar repetidamente el concepto de familia como unidad creadora de proyectos y valores. Una unidad basada en el amor pero que debe considerar la posibilidad de comunicación efectiva y afectiva entre sus miembros, equilibrar la armonía entre la autoridad y la libertad de sus hijos, promover la reflexión sobre los valores y el sentido de la vida y no olvidar la integración psicológica y social.

Dr. José Martinez-Romero Gandos

Bibliografía:
Corsi, Jorge “Violencia familiar. Una mirada interdisciplinaria sobre un grave problema social”, Buenos Aires, Paidós, 1994.
Corsi, Jorge (compil.) “Maltrato y abuso en el ámbito doméstico”, Buenos Aires, Paidós, 2003.
3. Corsi, Jorge; Peyrú, Graciela. “Violencias sociales”, Serie: Estudios sobre Violencia (vol.8) Editado por Ariel, (Barcelona) 2003 para el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia
4. Dutton, D y Golant, S. "El golpeador, un perfil psicológico", Ed. Paidós, Bs. As., 1997.
Echeburúa, E.; Corral, P.; Sarasua, B., y Zubizarreta, I. “Manual de violencia familiar, Edic. Siglo XX de España Editores S.A., Madrid, 1998
Frankl, V. E. “La voluntad de sentido”, Barcelona, Ed. Herder, 1988.
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Frankl, V. E. “El hombre en busca de sentido”, Barcelona, Ed. Herder, 7ª. Ed., 1986.
Labrador, F.J.; Rincón, P.P.; de Luis, P. y Fernández-Velazco, R. “Mujeres víctimas de la violencia doméstica. Programa de actuación.” Ediciones Pirámide, Madrid, 2004.
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11. Payarola, Mario “La violencia masculina en la pareja”. Disponible en http://www.infosentido.com.ar/
12. Walker, Leonore “The battered woman”, Harper and Row, New Yorl. 1979

[1] Walker, Leonore “The battered woman”, Harper and Row, New Yorl. 1979 y también en “The battered woman syndrome”, Springer, New York, 1984.
[2] Dutton, D y Golant, S. "El golpeador, un perfil psicológico", Ed. Paidós, Bs. As., 1997.

DESARROLLOS EN LOGOTERAPIA GRUPAL



Presentaremos un resumen de los aspectos presentes y futuros que serán significativos en el desarrollo de la Logoterapia Grupal y que fueron presentados en México en el transcurso de este mes de noviembre de 2005.


A lo largo de este Primer Encuentro Mexicano de Logoterapia de Grupo han sido aportado suficientes elementos como para afirmar un futuro brillante para este aspecto particular de la práctica logoterapéutica.

Ha sido una oportunidad brillante para que Psicólogos, Psicopedagogos, Médicos, Asistentes Sociales, Docentes y muchas otras profesiones que están dedicadas a la asistencia del otro actualicen los conocimientos necesarios para la atención grupal desde una perspectiva humanístico-existencial.

La tarea debe continuar en el futuro y eso nos exige una mayor profundización y preparación a través de otros encuentros interdisciplinarios. El presente nos ha permitido reflexionar sobre el fenómeno grupal, teórica y prácticamente, privilegiando las dimensiones antropológicas, psicológicas y espirituales sin descuidar las socioculturales e históricas.

No es común ni es fácil que un grupo de profesionales se pongan inmediatamente de acuerdo en la necesidad de lograr una formación científica cualquiera sea su anterior acercamiento a esta realidad asistencial. En mi caso he encontrado una muy buena recepción de mis aportes sin que se redujera el espíritu crítico que necesita nuestra realidad científica en el presente.
Esto permite pronosticar que en el futuro se incrementará nuestra formación y que estaremos mejor dispuestos a percibir y discriminar los problemas que nos presenta la sociedad del Siglo XXI.

En el futuro estaremos mejor preparados para ejercitarnos en el análisis y resolución de problemas concretos sabiendo algo más sobre los diferentes tipos de grupos que puedan constituirse en el ámbito de la Salud Mental y en el de las Instituciones que colaboran con la población general.

En el presente es evidente la relevancia clínica de la Logoterapia grupal independientemente de la naturaleza de los conflictos o situaciones por la que atraviesen los consultantes. Su validez no está atada a los procedimientos técnicos sino que hemos podido analizar que persigue los fines generales de la Logoterapia y pretende la asistencia para la recuperación del sentido y el logro de la autotrascendencia recíproca.

Nos asiste la esperanza que, en un futuro ya cercano, el escenario clínico de nuestra propuesta grupal tenga en disponibilidad un suficiente número de profesionales a ella dedicados que faciliten la formación de grupos en los diversos ámbitos considerando la economía de recursos que ellos implican.

Hemos comprendido cabalmente que las técnicas tienen que estar al servicio del hombre por lo que los juegos psicodramáticos y otras técnicas aquí desarrolladas no pueden opacar los instrumentos fundamentales de nuestra Escuela que son la apelación, el encuentro, el autodistanciamiento y la esperanza.

El futuro se muestra esperanzador porque estamos seguros que una gran cantidad de personas se integrarán a las filas de la Logoterapia de grupo ya sea como observadores no participantes, como co-terapeutas o como responsables de la formación, continuidad y resolución de grupos.

Hemos insistido en la importancia fundamental que la consideración de los valores, la importancia del otro y la autotrascendencia recíproca tienen para la ayuda en la resolución de problemas. El desarrollo de cada uno de estos conceptos por parte de la Logoterapia de Grupo será, en el futuro, un gran aporte que permitirá a muchas personas encontrar un escudo protector contra la violencia, la agresión, la discriminación, la indiferencia, la carencia permanente de afecto y los limites a la libertad.

La crisis histórica de la humanidad reconoce carácter noogenico, es decir, expresa una etiología o motivación que no puede reducirse, sin mengua de la totalidad en juego, a un factor exclusivamente somatógeno o psicógeno, sin perjuicio de incorporar todo lo que permite conocer una fenomenología crítica de los ámbitos de influencia económico social y cultural.

Tal crisis se manifiesta, en términos frankleanos, en las denominadas “neurosis colectivas”. Hemos considerado a éstas como expresión de un íntimo y colectivo sentido de frustración o vacío existencial que da lugar a conductas estereotipadas, inauténticas, repetitivas, generadas en sociedades y estilos de vida basados en esquemas colectivistas y/o consumistas.

Tales sistemas provocan una carga negativa de nihilismo desesperanzado, provocan el desarrollo de personalidades vitalmente disminuidas y en profunda desarmonía con la comunidad.

La respuesta en el presente, con fuerte entronque en las enseñanzas pasadas del Dr. Víctor E. Frankl, es que “a pesar de todo, sí a la vida”. Este lema lcondensa de un modo contundente el espíritu de todo un movimiento: La Logoterapia, que como manifestara su fundador se distingue por reconocer el valor incondicional de la vida en cualesquiera circunstancia.
Es una respuesta esperanzada, sapiencialmente madura, humanística y socialmente apta. Da respuesta formal y epistemológicamente adecuada a la población en crisis que reconoce, rápidamente, quien le ofrece una mano para recobrar su capacidad de vida comunitaria.

Pedagogía social que puede ser ejercida por la comunidad entera tiene un futuro de participación entre los agentes de salud porque es superadora de las divisiones antinómicas cuerpo-psique, pasado-presente, conciente e inconciente.

Todos los proyectos que en el futuro encaren las instituciones logoterapéuticas en el orden mundial deberán fortalecer los aspectos teóricos y prácticos que den cuenta de este mal endémico del vacío existencial actual. Será necesario intentar una permanente fundamentación crítica, analíticamente responsable, dialogante, no sectaria, de los fundamentos y práctica de un formidable depósito doctrinario que nos ha legado el Dr. Frankl.

Sabemos por el mismísimo Frankl que no es posible considerar su figura como la de un lider inmovilizado por la historia a pesar de su ya centenario nacimiento. Es necesario “degurificar” la Logoterapia aportando cada uno su grano de arena. La bibliografía frankleana es engañadora en su aparente sencillez. Pero Frankl abrevó en la sabiduría de filósofos, antropólogos, sociólogos y psicólogos de su época. La resolución de ciertos aspectos que allí no están especificados no quiere decir que no estuvieran en la formación y mente del creador de la Logoterapia.

El futuro de la Logoterapia exige de nosotros leer, releer, analizar, discutir y difundir la obra de Frankl en una labor permanente de fundamentación crítica que tiene que partir hoy de aquí como compromiso.

No es cuestión de dormirse en los laureles y a pesar de la concurrencia a este evento de un numeroso grupo de personas, ávidos por conocer y por trabajar en lo que consideran útil, es necesario que permanezcan en el apoyo a las instituciones, sus directivos y profesores para que la escuela pueda cumplir con sus cometidos.

Con una insolencia extraordinaria en esta época de guerras sin sentido, de hambre inhumana y de vacío me permito cometer un pecado casi imperdonable en el ámbito de la ciencia y la filosofía y apelo legítimamente a ustedes para que la Logoterapia sea en el presente y en el futuro la herramienta fundamental para la asistencia a los necesitados.

Lo que aquí se dijo y lo que yo he dicho en el transcurso de estas jornadas vale por lo que el hombre es, por lo que como tarea se necesita y por lo que ustedes han querido escucharnos. Tanto la docencia como la clínica de la Logoterapia es una tarea de amor. Lo que he podido expresar de mi experiencia vale porque he pretendido que les haya llegado lo más claro y afectivamente posible. Que mi aporte no les haya llegado por lo que dije sino por lo que he querido decir, copiando a Frankl: he encontrado sentido a mi vida ayudando a los otros a encontrar sentido a la suya.